Querido
lector, te invito a un juego, consiste en adivinar a este personaje, para ello te
pondré en contexto; años 30, Reino Unido, una niña de 8 años, un profesor
asustado. ¿La razón?:
_Señor y
señora Lynne, decía el profesor, su hija no es como los demás niños, su hija no
se concentra, no para quieta, molesta en clase, no hace los deberes… (infinitas
quejas) y por ello le pedimos que la lleven a un colegio especial para que pueda
ser tratada de forma especial.
¿Sabes ya
de quién estoy hablando? Te daré otra pista, la protagonista de esta historia fue
la encargada de crear las coreografías musicales de teatro más célebres del
momento como por ejemplo el fantasma de
la ópera.
¿Su nombre?
Gillian Lynne. Ya se que estás pensando lector, no te esperabas un comienzo tan
rocambolesco para una de las coreógrafas más famosas del mundo.
Quiero
advertirte que este post no es una crítica al sistema educativo, aunque podría
serlo, más bien quiero invitarte a ti, lector, a que pienses en tu potencial o
en el de tus hijos y que no te rindas hasta desarrollarlo al máximo, digan lo
que digan a tu alrededor, incluso si ese alrededor es el sistema educativo.
Volvamos a
Lynne, tras la visita al colegio y con un fuerte disgusto la madre de Lynne
visitó a un psicólogo con la pequeña.
El
psicólogo, que era un tipo bien adelantado para la época, observó a la pequeña
y su ritmo innato, concluyendo que Lynne era un ser normal y que lo único que
poseía era inteligencia cinestésica o corporal.
_¿Y cual es
la solución? Preguntó asustada la madre.
_Llévela a
una escuela de danza señora, su hija piensa con los pies.
Vivan as intelixencias múltiples!
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