Esa
noche Mario no lograba dormir, tendido en su cama pensaba en todo lo que había
aprendido con Marta, pero sobre todo pensaba en la manera tan especial en la
que había memorizado aquellos conceptos tan nuevos. Deseaba dormirse para
acudir a la biblioteca la tarde siguiente y preguntarle a Marta un sin fin de
curiosidades.
–
Hola, interrumpió Mario la lectura de la joven.
–
Ah! Hola, vuelves…
–
Necesito seguir aprendiendo, contestó el joven. Necesito que me expliques como
has logrado que memorizara todo el conocimiento sobre los hemisferios sin ni
siquiera leerlo, jamás un profesor lo había logrado!
Marta
sonrió satisfecha. – Se llama emoción
Mario.
–
Como? Contestó el ahora pupilo.
– La memoria, el
aprendizaje y la emoción están relacionados.
– Pero… que tiene que
ver todo esto con el cerebro Marta?
– Recuerdas que te
comentaba ayer que nuestro cerebro se compone de piezas que se unen como un puzzle?
– Claro que lo recuerdo!!!
– Pues bien, una de las
piezas cerebrales encargada de procesar nuestras emociones es la amígdala, esta
pieza junto con otras forma nuestro sistema límbico. Has escuchado hablar de
nuestro sistema límbico?
– Mmmnnn todavía no, contestó
Mario un tanto excitado.
– Bien, el sistema límbico lo dejaremos
para otro día. Como te decía, la amígdala es la encargada, entre otras cosas de
nuestra gestión emocional pero también está involucrada en la memoria y en el
aprendizaje. Por ello cuanto más emocionante sea aquello que aprendemos, más se
activará nuestra amígdala y mejor memorizaremos la información.
– Quieres decir que aprenderé mejor si disfruto aprendiéndolo?
– Quieres decir que aprenderé mejor si disfruto aprendiéndolo?
– Correcto Mario, seguramente que si te paras a recordar
algún hecho pasado, descubrirás que tus mejores recuerdos son aquellos en los
que la emoción estuvo presente.
– Mmmnnn… Emociones!!! Siempre creí sentir de forma distinta. Necesito saber más sobre
ellas.
– Está bien pequeño curioso te contaré algo más sobre
ellas…
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