Mario
acudió a la biblioteca como cada día, esta tarde pasaría algo especial y él
podía intuirlo, llevaba días sin ver a Marta y algo en su interior le decía que
esta tarde ella estaría allí sentada acompañada de sus libros llenos de
neuronas.
Nada
mas entrar pudo verla. “Que hermosa es“ pensó él. No podía explicar bien todo lo que sentía por ella; la adoraba, le parecía intelectualmente hermosa, inteligente pero sobre todo le
encantaba la paciencia que demostraba hacia él en cada palabra. Desde
que ella apareció en su vida pensaba de forma distinta, podía ver la vida desde
otro prisma y sobre todo se sentía feliz.
–
Hola Marta! Gritó Mario.
–
Hola pequeño curioso, respondió ella con una sonrisa.
–
Cuanto tiempo sin verte, aclaró él con reproche.
–
Oh! Si, perdona Mario pero he estado muy ocupada la semana pasada. Pero dime,
has aprendido algo nuevo? Cómo estás? Cómo te sientes Mario?
Mario
tuvo que hacer un ejercicio de reflexión en tan solo unos segundos, su cerebro
se encontraba al cien por cien. En un primer momento quiso gritarle a Marta,
decirle que estaba enfadado y decepcionado con ella. Como se atrevía a
abandonarlo durante días sin ni siquiera avisar?
Mario decidió aplicar todo lo
aprendido sobre inteligencia emocional, estaba detectando una emoción negativa,
enseguida supo que la ira estaba subiendo desde su pecho hacia su garganta, “parecía un cohete“ pensó!
Una
vez detectada la emoción logró transformarla en felicidad, para lograr este
cambio pensó todo lo bueno que le aportaba ver a Marta de nuevo, con este
pensamiento empujó su irá transformándola en alegría. Ya calmado, reflexionó
algo muy valioso, él no podía exigirle nada a Marta, no tenía ningún derecho para enfadarse con ella, para gritarle, para reprocharle nada y sobre todo no debía sentirse decepcionado.
Se
sintió avergonzado por su ira. Para perdonarse y entender la situación necesitaba saber cual había sido la razón de la ausencia de Marta. Por lo tanto, volvió a su instinto y dejó que la curiosidad hablase por él.
– Me siento bien Marta, ahora que te veo me siento mejor! Pero que te ha pasado? He venido cada tarde para encontrarte y no aparecías, me tenías preocupado!! Estás bien?
– Me siento bien Marta, ahora que te veo me siento mejor! Pero que te ha pasado? He venido cada tarde para encontrarte y no aparecías, me tenías preocupado!! Estás bien?
– Gracias Mario, estoy bien. He estimado nuestras charlas mucho, pero tenía otros
asuntos pendientes. Te parecerá gracioso pero uno de mis hobbies es el deporte.
Y sabes la razón? Corriendo me siento más libre que nunca.
–
Pero y eso que tiene que ver Marta?
–Pues
he estado preparando una carrera, esa es la razón de mi ausencia.
–
Una carrera? Y que ganaste Marta?
–
Gané superación, resistencia mental, conocerme a mi misma, confianza,
autoestima, motivación… y podría hacer una lista enorme Mario.
–
Y
qué tiene que ver el deporte con todo eso?
–
Podríamos
estar horas hablado de todo esto Mario, pero intentaré resumirlo para que lo
entiendas de forma sencilla. Cuando hacemos deporte liberamos de forma
automática ciertos neurotransmisores que están en nuestro cerebro, me sigues?
–
Mmmnn
creo que si, los neurotransmisores eran pequeños mensajeros que enviaban información
de una neurona a otra no?
–
Eso
es Mario, pero que atento estás siempre! Pues bien, algunos neurotransmisores
tienen la misión de regular nuestro estado de ánimo, esto no quiere decir que
todos tengan esta misión vale? Algún día te hablaré por ejemplo de los que
regulan nuestro sueño.
–
Pero
Marta cuales son los que están relacionados con el deporte?
–
Son
por ejemplo la adrenalina, la serotonina o la dopamina.
–
Que
curiosos nombres…
–
Pues
bien estos tres neurotransmisores son los que desprende nuestro cerebro cuando
hacemos ejercicio y por lo tanto nos ayudan a estar mejor, no solo por fuera,
sobre todo por dentro!
–
Ah,
vale. Lo entiendo. Es como una cadena de trabajo. Yo corro, mi cerebro desprende
esos mensajeros, y esos mensajeros me ayudan a tener un estado de ánimo bueno
que me ayudará a otras cosas, verdad?
–
Correcto
chico, que maravilla contigo, que rápido aprendes. Podría añadir que ese estado
de ánimo te ayuda a otras cosas como por ejemplo tener una mayor capacidad de
concentra…
Marta no pudo acabar su frase, el sonido
de la silla de Mario arrastrándose por el suelo la interrumpió. – Pero a donde vas ahora? Añadió.
–
Tengo
que irme, necesito poner mis zapatillas de deporte y experimentar todo lo que cuentas.
Mañana te veo!