Había
pasado todo un verano, casi cuatro meses en los cuales Mario no dejaba de
plantearse dudas, cientos y miles de preguntas flotaban por su mente en cada
momento y cada una de ellas le llevaban a una misma conclusión, necesitaba
reunirse de inmediato con Marta.
Aquella
mañana se despertó distinto, su intuición le decía que vería a su maestra. Cuando
entró en la biblioteca pudo ver a Marta concentrada, poniendo palabras en cada
uno de los huecos de un calendario
en cual manifestaba que el curso había comenzado.
– Hola, dijo Mario con ímpetu.
– Hola pequeño. ¡Qué ganas tenía de verte! ¿Cómo ha ido el
verano?
– Eso no importa ahora Marta, tengo cientos y miles de
preguntas para ti. Manifestó Mario con prisa.
Marta
sintió que estaba recuperando algo que había añorado durante esos meses de
descanso, la insaciable curiosidad de ese pequeño muchacho. Sonriente
respondió.
– Lanza la primera, aquella que te ha permitido pensar cada
noche.
– Mmmn… pues Marta mas bien es
una reflexión, es decir, llevamos meses hablando del cerebro, del comportamiento,
de personalidades, de neuronas, de plasticidad… ¿Todo esto es neurociencia
verdad?
– Correcto pequeño, pero ¿Cual es la duda?
– Pues que habitualmente no logro entender algo con claridad sino
conozco su raíz. Por ello estuve buscando la historia de la Neurociencia y
todas las pistas me llevan a una persona, Ramón y Cajal. ¿Es esto cierto,
Marta? ¿Fue él el primero en hablar de cerebros?
–Mario, Ramón y Cajal es una de las figuras más destacadas en neurociencia
por sus descubrimientos pero no fue el primero. Deja que te muestre algo.
Marta
saco de su mochila un precioso libro con ilustraciones.
–Tenemos datos que nos muestran que ya Aristóteles hablaba del cerebro, él
argumentaba que la función de este órgano era enfriar la sangre y que
por lo tanto la mente residía en el corazón. Hipócrates consideró que el cerebro albergaba la mente.
Y ya en 1890 Willian
James hablaba de plasticidad para referirse a la naturaleza modificable del
comportamiento humano. Luego llegó un médico español, Ramón y Cajal que investigó entre otras cosas sobre la conectividad
entre las neuronas.
Mario estaba absorto con las palabras de Marta, le entró
realmente curiosidad en conocer un poco más a Ramón y Cajal. Por ello preguntó
ansioso.
–¿Qué más puedo saber sobre él Marta?
–Ramón y Cajal, era un médico con vocaciones artísticas.
Sus aportaciones en neurociencia fueron reconocidos en 1906 con el premio novel
de medicina y fisiología.
–Es decir, Cajal no inventó la neurociencia
más bien marcó un antes y un después. Argumentó Mario.
–Exactamente. Contestó orgullosa Marta.
–¡Tenia que ser un genio! exclamó Mario.
– El no se consideraba como tal, tenía una
visión muy curiosa sobre la genialidad Mario, el próximo día te contaré más
sobre Cajal y su visión sobre la inteligencia.